In patients with proliferative lupus nephritis treated with IV cyclophosphamide, analyze urinary tract infection (UTI) as a cause of treatment delay and renal relapses, compared with lupus nephritis patients without infection. We studied SLE patients (ACR criteria) with renal biopsy showing nephritis class IV. All patients received monthly intravenous cyclophosphamide (CYC) treatment during 6 months. Thereafter patients were assigned to 2 groups: patients who developed UTI, and those who did not; renal function tests, UTI and renal relapses were bimonthly evaluated during one year (follow-up period). To analyze data, Student t test, χ2, Fisher exact (when appropiate), and bivariate analysis, were performed. We studied 50 patients, 25 with UTI (Group I) and 25 without UTI (G-II).The mean age was 30.07 ± 8.15 years, 82% were female. Escherichia coli was the pathogen most frequently isolated (73%). UTI (G-I) was the cause for treatment delay in 19 cases (76%), compared with 3 patients (12%) in G-II whose treatment was delayed because of some other causes (severe leucopenya, hypersensibility, and gastrointestinal side effects) (OR, 23.22; 95% CI, 5.26- 105.1; P=.001). During the follow-up, 90.9% of patients in G-I reached partial or complete renal remission within 3 months, but only 35% mantained remission after the year of follow-up. Meanwhile, patients in G-II had complet and partial renal remission of 85% and 63%, respectively. In the first group we observed persistent albuminuria (P< .05), low complement levels and high ab-dsDNA titers. Renal flares were present in 18 patients in G-I and 9 in G-II. UTI in lupus nephritis patients has a negative impact. It leads to delayed CYC therapy and to a higher renal flare rate. Determinar si la infección de vías urinarias (IVU) es un indicador de retraso en el tratamiento inmunodepresor y de recaída renal en pacientes con nefritis lúpica. Se analizó a pacientes con nefritis lúpica proliferativa difusa que recibieron tratamiento con ciclofosfamida intravenosa durante, al menos, 6 meses. Al cabo de ese tiempo se realizó un seguimiento prospectivo asignando a los pacientes a uno de 2 grupos: grupo I (pacientes que durante el seguimiento desarrollaron IVU), y grupo II (grupo control, pacientes sin infección). Se evaluaron bimestralmente la función renal y el número de recaídas durante un año de seguimiento. Para el análisis estadístico, se emplearon la prueba de la t de Student, la prueba de la χ2, el test de Fisher (cuando se requiera) y el análisis bivariado. Resultados: Se incluyó a 50 pacientes, 25 en cada grupo. Los casos del grupo I correspondieron a IVU no complicada. La edad promedio fue de 30,07 ± 8,15, y el 82% eran mujeres. El uropatógeno descrito con más frecuencia fue Escherichia coli (73%). La presencia de IVU determinó la interrupción temporal del tratamiento en 19 casos (76%), mientras que en el grupo sin IVU esto ocurrió sólo en 3 pacientes (12%), por otras causas, como leucopenia grave, hipersensibilidad y síntomas gastrointestinales graves (odds ratio = 23,22; intervalo de confianza del 95%, 5,26-105,1; p = 0,001). Durante elaño de seguimiento, en el grupo I, el 90,9% alcanzó la remisión parcial en los primeros 3 meses de seguimiento y el 35% logró la remisión completa después de un año; en el grupo II, los porcentajes de remisión fueron del 85 y el 63%, respectivamente. En el grupo I se observó un incremento en la albuminuria (p < 0,05), persistencia de hipocomplementemia y títulos elevados de anticuerpos anti-ADN. En este grupo se encontraron 18 exacerbaciones y en el grupo control, 9. Conclusiones: En pacientes con nefritis lúpica proliferativa difusa, la presencia de IVU no complicada se asocia a un retraso en el tratamiento inmunodepresor y a un incremento en las recaídas renales.