Abstract

Numerosas académicas y académicos han sostenido que el libro de cocina puede ser leído como literatura, destacando la función imaginativa de estos textos por encima de su dimensión práctica. Sin embargo, afirmar el valor literario de los libros de cocina con base en esta distinción corre el riesgo de reinscribir la idea de que nuestra atención crítica debe orientarse hacia lo abstracto y lo intelectual, más que a lo concreto o corpóreo. Este artículo busca responder a este problema con una recuperación del carácter práctico de la receta, pues así se completa un proceso en el que el cuerpo está implicado en la escritura, y la lectura regresa al dominio del cuerpo. Pensar en la convivencia de cuentos y recetas en Christmas Days de Jeanette Winterson (2016) me permitirá considerar este tema desde dos perspectivas. Primero, sostengo que en Christmas Days las recetas son el principal marco narrativo de la colección, invirtiendo así el esquema más habitual, en el que las recetas se insertan en un relato. En segundo lugar, explico cómo la escritura gastronómica se definió en un primer momento como distinta de las recetas, pero los libros de cocina que adoptan elementos gastronómicos desestabilizan la distinción entre apreciación estética y reproducción mecánica, y las marcas de género implícitas en ella. El libro de cocina, en especial si refiere a una festividad que conmemora una encarnación, busca llegar no sólo a la mente de quien lee, sino también a sus manos y a su paladar.

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