Abstract

Tras el debut de Twin Peaks en la ABC en abril de 1990, la visión —una secuencia de imágenes que relacionan información del futuro o el pasado de la narración— se ha hecho un producto de primera necesidad de muchas series de cadenas de cable básicas y premium, incluyendo Buffy, la cazavampiros (WB), Battlestar Galactica (SyFy) y Juego de tronos (HBO). Este artículo argumenta que Twin Peaks, en efecto, ha introducido un modo de contar historias llamado “visionarración”, que se basa en la antigua poesía épica al enfocarse en los principales personajes que reciben conocimiento de figuras enigmáticas, parecidas a dioses, que controlan su mundo. Sus visiones rompen la narración lineal, permitiendo que una serie asuma los aspectos formales del medio y cree la impresión de que sus dispares episodios constituyen un todo único. Esto los ayuda a calificar como “televisión de calidad”, al tiempo que disfrazan ejemplos de manipulación autoral evidente dentro de los textos como productos de la divina causalidad interna. Consecuentemente, todos los incidentes narrativos, sin importar qué tan coincidentes o irrelevantes sean, pasan a ser parte de un gran diseño. Un examen detallado de Twin Peaks y Carnivàle demostrará cómo opera este modo, por qué su popularidad entre los contadores de historias modernos y cómo elevar el estatus cultural del programa.

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