Abstract

Los Tópicos de Aristóteles capturan la aventura de argumentar. Se puede distinguir en ellos reglas morfológicas constitutivas que establecen los elementos de una discusión, por un lado, y, por otro, reglas morfológicas regulativas que sugieren cómo deben ejercer su papel aquellos elementos. Esto es muy distintas a las reglas inferenciales constitutivas, como las que encontramos en los AnalíticosPrimeros y Segundos. Por ello, debe leerse a los Tópicos como reglas inferenciales regulativas, esto es, como estrategias argumentales o consideraciones prácticas y no como principios o axiomas. La recepción de los Tópicos en la escolástica cristiana se interesa en formalizar este tratado como una pre-lógica, “tecnificando” los debates, y, por tanto, perdiendo el sentido de la aventura de argumentar. Esta lectura sistematizante comienza a darse desde Teofrasto y continua con Boecio, Abelardo y Pedro Hispano hasta convertir lo que comenzó como inventario de estrategias argumentales en una técnica definida. La tesis que aquí se defiende es que, por sus rasgos de contextualidad, apertura e inconsistencia, los Tópicos deben ser leídos, en parte, como una lógica informal o lógica regulativa que ofrece usos de reglas de modo criterial, gradual y enfáticamente personal.

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