Abstract
Durante la Segunda Guerra Mundial, el fortalecimiento de la identidad nacional en México alcanzó uno de sus niveles de mayor consciencia y desarrollo. Ante el incierto escenario internacional, el gobierno mexicano puso en marcha, de la mano del presidente Manuel Ávila Camacho, un plan estratégico en torno a la unidad nacional, el fomento de valores como la libertad, la justicia o la democracia y, de manera muy especial, la estimulación del fervor patrio. Mediante la significación del pasado, las efemérides del calendario patrio revolucionario se pusieron al servicio no sólo del refuerzo de la identidad nacional, sino también de la legitimación de las instituciones de la Revolución Mexicana.
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