Abstract
Cuando leemos la obra enciclopédica de Isidoro de Sevilla da la sensación de que la medicina clásica había llegado al mundo visigodo plena de racionalidad, como un conocimiento erudito y bien asentado. Sin embargo, cuando se buscan las evidencias de la práctica médica esta resulta más difícil de atestiguar. El médico se presenta como una figura excepcional y sus cuidados dirigidos a una minoría privilegiada. Cuando Isidoro enfrenta la enfermedad en su obra monástica parece claro que la salud del monje es objeto de su preocupación, pero enseguida apreciamos que su propio concepto de la enfermedad y sus causas ha tomado otros derroteros. La enfermedad ya no es solo una alteración del equilibrio del cuerpo, la enfermedad puede convertirse en una prueba de la desaprobación de Dios. Dentro de las opciones curativas propuestas por Isidoro en sus Etimologías: la dieta, el uso de medicamentos y la cirugía, solo la primera parece aplicarse en el contexto monástico. Esta opción, que es común al resto de la literatura ascética y de las reglas del entorno, deviene tanto en un vehículo de prevención de enfermedades, como en un objeto de disciplina moral y de control de la voluntad de los monjes.
Highlights
we read the encyclopaedic work of Isidore of Seville
we may get the feeling that classical medicine had reached the
The doctor is shown as an exceptional figure
Summary
When we read the encyclopaedic work of Isidore of Seville, we may get the feeling that classical medicine had reached the Visigoth world in a state of full rationality, as an erudite and well established knowledge. A pesar de esta pesimista apreciación sobre las posibilidades que las Etimologías ofrecen a la hora de valorar la práctica médica en época visigoda, el mismo Isidoro se aproximó a la enfermedad en otro de sus textos.
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