Abstract

La religiosidad de Unamuno, deudora del catolicismo tradicional y popular, del culto a las imágenes, está en el fondo de la inspiración de El Cristo de Velázquez. La elección de este cuadro supone una retractación de su predilección por los Cristos sangrantes y patéticos y eleva aquél a expresión de la religiosidad hispana. Unamuno no cultiva la ékphrasis: su contemplación no es estética, sino mística. Así, desarrolla una meditación cristológica mediante un rico mosaico de imágenes fundadas en el concepto exegético defigura. Éstas se ajustan a una estructura enumerativa, en forma de letanía, que Unamuno consideró como la más exquisita manifestación de la lírica. De este modo, explora los nomina Christi en audaz interpretación.

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