Abstract

Desde la Guerra contra el narcotráfico implementada por Felipe Calderón, se produce un auge en el “espectáculo de la violencia” (Berlanga “El espectáculo”), es decir, una exhibición desmedida de la violencia tanto en medios de comunicación como en los productos culturales. Esta estética corre el riesgo de naturalizar la violencia por lo que se vuelve necesario pensar en otras formas de representar lo irrepresentable. Este artículo se centra en las películas Noche de fuego (2021) de Tatiana Huezo y Sin señas particulares (2020) de Fernanda Valadez. En ellas, se establecen mecanismos de resistencia a través de contra-pedagogías (Segato) como la empatía y las comunidades de afectos. A partir del uso del fuera de campo, los filmes dan cuenta de la incapacidad de representar el horror y se distancian de la representación común de la violencia.

Full Text
Published version (Free)

Talk to us

Join us for a 30 min session where you can share your feedback and ask us any queries you have

Schedule a call