Abstract

El artículo explora algunos de los sentidos y usos de la historia en la filosofía de las ciencias. Se argumenta que la ausencia (o presencia) de la historia en las reflexiones filosóficas sobre la ciencia no depende de una falta de comunicación entre historiadores y filósofos, sino del contraste entre dos concepciones filosóficas del conocimiento radicalmente distintas. Por un lado, hay una concepción “idealista” que defiende un ideal de razón autónomo de cualquier elemento contingente que pueda orientar la cogitación científica. Por otro lado, hay una concepción “materialista” que es más atenta a las condiciones contextuales que posibilitan la ocurrencia de formas específicas de conocimientos. Las dos concepciones tienen historias distintas e interpretan la actividad científica en formas muy diferentes. La primera se enfoca en los aspectos teóricos de la ciencia y se orienta hacia un análisis conceptual de aquellas teorías científicas más exitosas en términos de coherencia, predicción y adecuación empírica (entre otros). La segunda es más orientada hacia la “praxis” científica y dirige su atención al conjunto de instrumentos, acciones, intereses y objetivos espacios que forjan formas situadas de conocimientos. También argumento que mientras la concepción “idealista” se aproxima a los ideales epistémicos de las Naturwissenschaften; la concepción “materialista” se acerca a los ideales metodológicos de las Geisteswissenschaften. Por lo tanto, mientras que en la primera concepción el saber histórico es accesorio, en la segunda este es indispensable. Concluyo sosteniendo que, si aceptamos la validez de dicha distinción, muchas de las dicotomías tradicionales que han caracterizado la filosofía de la ciencia hasta el momento – por ejemplo, externalismo versus internalismo o descubrimiento versus justificación – requieren una profunda revisión.

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