Abstract

En el tardofranquismo y la Transición, muchas y muchos jóvenes se politizaron y se identificaron con la nueva cultura juvenil presente entonces en el mundo occidental. En el PCE, partido que contaba con una larga trayectoria, la irrupción de una nueva generación permitió que la organización fuera más permeable a los cambios que estaba experimentando la sociedad española. En las diferentes formaciones de la izquierda radical comunista, de creación reciente, la mayoría de la militancia pertenecía a una generación joven que buscaba distanciarse de los moldes políticos y los modelos sociales y morales anteriores. Las militantes jóvenes que tuvieron contacto con el feminismo introdujeron nuevos debates y demandaron un trato igualitario, circunstancia que tuvo una especial incidencia en la militancia, tanto en su acción política como en su vida cotidiana. Cuando afloraron las contradicciones entre discursos feministas y prácticas, reclamaron coherencia en el interior de sus partidos y en las relaciones personales, y contribuyeron a reformular las identidades femenina y masculina en sus diversas culturas políticas.

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