Abstract

Todos los médicos buscamos siempre apoyarnos en la evidencia científica y ampliar nuestros conocimientos para ponerlos al servicio de nuestros pacientes. Nuestros pacientes son nuestra razón de ser. Sin embargo es importante reflexionar sobre la vulnerabilidad de nuestra población médica con trastornos en la salud física y mental que van desde depresión, ansiedad, “burnout”, eventos coronarios, cerebrovasculares, neoplasias, demencia, suicidios y farmacodependencia entre otros. Es una morbilidad sentida a la cual no podemos seguir indiferentes. Estas situaciones no solo dependen de nuestra información genética, sino que también son desencadenados en gran medida por el estrés generado por las cargas depositadas en nosotros, las angustias y dolencias de nuestros pacientes, las presiones de las instituciones y del sistema de salud sumado a nuestros propios avatares internos. Como consecuencia se va deteriorando no solo nuestra salud sino también la empatía con el paciente la cual más allá del conocimiento científico es esencial para su recuperación. Esta situación no solo afecta a los médicos en ejercicio sino también a los médicos en formación. Este artículo les ofrece a mis queridos colegas una reflexión sobre algunas herramientas que están a nuestro alcance para reducir dicha vulnerabilidad y continuar ejerciendo esta maravillosa profesión.

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