Abstract

El interés por examinar la autobiografía y caracterizarla como género literario aumentó en el siglo xx. En la primera mitad, se publicaron obras fundacionales, como las de Georg Misch y Georges Gusdorf. Hacia los años setenta, Georges May, Philippe Lejeune y James Olney, entre otros, avanzaron en la tipificación del género. Paradójicamente, en ese mismo siglo, algunos autores exploraron formas de escritura autobiográfica, alejándose precisamente de las propiedades normalizadas, como la expresión “sincera”, la construcción de una identidad de manera esencialista y el desarrollo del estilo individual. Ejemplo de ello es L’Âge d’homme de Michel Leiris, que data de 1939. Más tarde, en 1975, apareció Roland Barthes por Roland Barthes, libro que resulta difícil clasificar, ya que no cumple con las características del género autobiográfico, y tampoco se trata de un diario o un ensayo. En 1977, Serge Doubrovsky utilizó el término autoficción para referirse a su propia novela Fils y cuestionar el estatuto de la autobiografía. A partir de entonces, se ha reflexionado teóricamente sobre esta noción, intentando fijar características de un posible nuevo género. El objetivo de este artículo es reflexionar sobre los aspectos que provocan ambigüedad en Roland Barthes por Roland Barthes, problematizando su clasificación, sea como autobiografía, sea como autoficción.

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