Abstract

La resiliencia como constructo social plantea un panorama conceptual confuso y diverso el cual incluye su visualización como cualidad individual, como rasgo colectivo, o como proceso dinámico, entre otros, con el común denominador de la adaptación que se genera ante la vivencia de una situación retadora. En la exploración histórica de los orígenes de este concepto, se evidencia cómo las ciencias sociales han tendido a atribuir la mayor parte de la responsabilidad del proceso adaptativo, al individuo en sí mismo más que a las relaciones que este establece con la multiplicidad de eventos y factores que experimenta a lo largo de su vida. El presente ensayo analiza esta situación y propone la consideración de la resiliencia como un proceso coevolutivo y dinámico de aprendizaje, no solo del individuo sino también del entorno con el cual se encuentra en estrecha coevolución. Se concluye resaltando la importancia de considerar la evidencia neurocientífica actual para analizar la resiliencia como parte de un proceso neurobiológico y coevolutivo que permite la diversidad, la supervivencia de la especie y la exploración y comprensión de la afectación mutua entre los organismo y sus entornos.

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