Abstract

Los monumentos se usan como reliquias del futuro para validar y preservar una identidad, pero el futuro no es una extensión del pasado. Lo que nos espera es una versión tecno-medieval donde todo el conocimiento almacenado quedará reducido a un acceso premium o simplemente desaparecerá dejándonos la nube (the cloud) en ruinas. Internet está destinado al colapso pero su legado se convertirá en una versión estetizada para la contemplación, un ruinenwerten toda regla. Los humanos, más que reliquias, quedaremos reducidos a tecno-escombros. El futuro no nos necesita, la razón y la vida se someten a la ferocidad de las matemáticas financieras, los algoritmos y la tecnología. En la era post-fordista, la naturaleza humana se ha convertido en una apuesta económica, el arte también. Tenemos que cambiar la lógica de esa narrativa, y añadir la letra "A" a STEM no es la solución. Solo confirma su fagocitación a la certeza científica y al murmullo. Me gustaría pensar que el futuro no es una ruina inminente, y que analizando el presente y dejando de usar como referente la nostalgia del pasado; con autocrítica y con honestidad, se puede salir del atolladero. Nos va a costar mucho no acabar como escombro de Antropoceno, pero aún podemos resistirnos.

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