Abstract

Introducción: el organismo se expone cotidianamente a diferentes agentes que provocan reacciones oxidativas normalmente controladas. La sobreproducción de especies reactivas del oxígeno y/o la deficiencia de antioxidantes lleva al estrés oxidativo (EO) asociado a patologías crónicas que contribuye a un peor pronóstico de las enfermedades. Una de esas patologías crónicas es la diabetes mellitus (DM), en la que se ha demostrado una gran participación del EO en su fisiopatología y en el desarrollo de complicaciones. Se determinó el índice de EO (IEO) en individuos con DM y en un grupo sano control, para evaluar su posible correlación y grado de daño oxidativo, como estrategia para justificar una intervención potencial con una terapia antioxidante adyuvante al tratamiento convencional.
 Materiales y métodos: se midió IEO en una población de 110 individuos con DM, constituida por 37 casos de DM tipo 1 (DMT1) y 73 del tipo 2 (DMT2) en edades entre 50 y 70 años escogidos al azar y se comparó con los valores de un grupo control de voluntarios sanos. El objetivo del ensayo clínico fue definir el grado de correlación entre los niveles del IEO y la severidad del daño oxidativo, ponderado a partir de una fórmula cualitativa, a través de la medición de nueve biomarcadores del EO en lisados de eritrocitos.
 Discusión: la prevención o la detención de las comorbilidades de la DM puede que descanse en el futuro en la identificación precisa de los biomarcadores y su contrapartida reguladora. La incorporación de una terapia utilizando un protocolo con antioxidantes (AO) adyuvantes al manejo estándar de la DMT2 podría proveer resultados más eficaces para el control hiperglucémico y, por tanto, para inducir el equilibrio redox. Los resultados demuestran que ese tipo de terapia no sería eficaz en DMT1. Es determinante el reconocimiento de la extensión y tipo de daño oxidativo de las poblaciones específicas, mediante la creación y utilización de una línea de base con los biomarcadores alterados más frecuentemente. Esta línea de base ayudará a definir la mejor estrategia antioxidante a aplicar, porque el polimorfismo genético, el ambiente y los hábitos de vida actúan puntualmente en el tipo respuesta al EO. Una estrategia beneficiosa a valorar puede ser la del desarrollo de nuevos fármacos con efectos antioxidantes o de productos capaces de reforzar el sistema fisiológico de antioxidación a partir de sustratos naturales y la elaboración de combinaciones de dosis fijas de AO eficaces que ataquen las causas el EO en la DM. El objetivo final será el de revertir el daño oxidativo para prevenir la instalación de complicaciones o frenarlas.
 Conclusiones: el uso del IEO con distintos marcadores ayuda a la especificidad del diagnóstico del EO, pero para que la elección de los marcadores sea la correcta, esta debe estar definida por el objetivo y el diseño del estudio, así como por la relevancia clínica en los sujetos seleccionados, tal cual fue el aplicado en el ensayo realizado. Los resultados obtenidos demuestran la potencialidad del uso de la terapia antioxidante en DMT2, pero no así en la DMT1. La importancia clínica de los biomarcadores del EO en humanos debe provenir de un análisis crítico de los marcadores que refleje el estado general de redox en condiciones particulares y una orientación para una terapia antioxidante efectiva.

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