Abstract


 
 
 El conducto arterioso persistente representa cerca del 10% de cardiopatías congénitas (1). El tratamiento en la actualidad de preferencia es el cierre percutáneo, siendo el tratamiento de elección en la mayoría de pacientes pediátricos ( 2,3).
 El cierre percutáneo evita la progresión de la insuficiencia cardíaca, aparición de hipertensión pulmonar y el riesgo de endarteritis bacteriana. Desde la primera intervención por Porstmann, en 1967, muchos intervencionistas han descrito varias técnicas y desarrollado diferentes dispositivos para el cierre percutáneo del ductus arterioso persistente (DAP) (4).
 A propósito presentamos el caso de un cierre de DAP grande que constituye el cateterismo cardíaco No.3,000 , desde que se iniciaron los procedimientos en 1983 a cargo del Dr. Cesar Salinas, en el primer centro cardiopediátrico del país.
 
 

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