Abstract

Corruption is one of the most significant challenges confronting processes of democratic governability in Mexico. This article brings a methodological focus to bear on three sets of topics: (1) In what activities or instances of daily life do respondents claim to encounter corruption? (2) Who cares about corruption? That is, what is the salience of corruption to various groups? (3) What are the effects of perceptions of corruption on satisfaction with/support for democracy? Based on a secondary analysis of three data sets, our principal findings are that (1) the term, “corruption,” has several different meanings for respondents; (2) government is viewed as only slightly more corrupt than society; (3) if we include bribes as corruption, a rather small subset of the samples (about a quarter) claim to have directly experienced bribery; and (4) perceptions of corruption negatively influence satisfaction with democracy, and those who perceive corruption to be a significant problem are less likely to trust institutions or individuals. In addition to these findings, we speculate about a puzzle: If rather few respondents claim direct experience with corruption in their daily lives, why do so many express such firm and pessimistic views about corruption in so many distant spheres of political and social life? La corrupción es uno de los retos más importantes que enfrenta el proceso de gobernabilidad democrática en México. El artículo presenta un enfoque metodológico para abordar tres preguntas: (1) según los entrevistados, ¿en qué actividades de la vida diaria se experimenta corrupción?; (2) ¿a quién le importa la corrupción?; es decir, ¿cuál es la prominencia de la corrupción para diferentes grupos?; y ¿cuáles son los efectos de las percepciones de corrupción en la apoyo y satisfacción democrática? Basados en investigación secundaria de tres bases de datos nuestros hallazgos son los siguientes: (1) la palabra, “corrupción,” tiene diferentes significados entre los entrevistados; (2) el gobierno es percibido sólo ligeramente más corrupto que la sociedad; (3) si incluimos las ‘mordidas’ como corrupción, un subgrupo de la muestra (un cuarto aproximadamente) dice haber participado directamente en los sobornos; y (4) las percepciones sobre la corrupción afectan negativamente la satisfacción con la democracia y aquellos que perciben que la corrupción es un problema grave son menos propensos a confiar en las instituciones y en los individuos. Además, especulamos sobre un enigma: si son pocos quienes afirman tener una experiencia directa con la corrupción, por qué tantos expresan un firme y marcado pesimismo sobre la corrupción en diversas esferas de la vida política y social?

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