Abstract
El texto pasa revista a la extensa y productiva trayectoria del autor en el difícil oficio de la etnografía política. Mediante un relato reflexivo de su propia experiencia etnográfica, se destaca la relevancia y complejidad del oficio, razón por la que nos remite a los hallazgos, los obstáculos, problemas, limitacionesy proyecciones del ejercicio etnográfico en lo político. El escrito se divide en cinco apartados, correspondientes a los temas de investigación abordados por la trayectoria etnográfica del autor, en los que se revisan la relación y utilidad de la etnografía política en el estudio de las redes clientelares, de la acción colectiva, el estudio de la zona gris de la política, el sufrimiento ambiental y el tema de la espera como una expresión de las relaciones de dominación social. El escrito cierra con una invitación y advertencia en torno al oficio etnográfico.
Highlights
The text reviews the author’s extensive and productive career in the difficult craft of political ethnography
Los sinuosos caminos de la etnografía política pienso que perdemos mucho de “dónde está la acción” —citando a Goffman— y nos obnubilamos sobre las razones de por qué el clientelismo persiste y se reproduce en la política, si no examinamos el patronazgo o clientelismo como una estrategia que utiliza la gente pobre para resolver sus problemas
Concentrarnos allí nos permitirá ver mejor dos procesos que han sido identificados como cruciales en La política beligerante: 1) la mediación —creación de conexiones entre actores previamente aislados— y 2) la certificación —validación de actores, de sus demandas y de sus performances públicas por parte de las autoridades—
Summary
Lo que mi primer libro identificó en su momento como una generalizada ausencia de estudios sobre “clientelismo político” en el país ya no es tal. Los sinuosos caminos de la etnografía política pienso que perdemos mucho de “dónde está la acción” —citando a Goffman— y nos obnubilamos sobre las razones de por qué el clientelismo persiste y se reproduce en la política, si no examinamos el patronazgo o clientelismo como una estrategia que utiliza la gente pobre para resolver sus problemas. La búsqueda de votos y/o de participantes para la máquina política —incluidas sus fuerzas de choque— mediante la distribución personalizada de recursos; por el otro, la resolución de problemas de sobrevivencia mediante el establecimiento de relaciones duraderas con mediadores políticos, por medio de la oferta de votos, la asistencia a actos y, en definitiva, la participación en la máquina o en su fuerza de choque, a través de dos esferas vinculadas pero diferenciadas: el campo político y la vida cotidiana de los sectores populares. En términos analíticos —y esto es algo que comenzó a surgir cuando estaba trabajando en mi segundo libro, Vidas beligerantes, y tomó forma cuando estudié sistemáticamente el problema de los saqueos— debemos prestar atención, tanto empírica como teórica, a lo que denominé zona gris: un área de relaciones clandestinas donde convergen y se yuxtaponen vida cotidiana, política partidaria y violencia colectiva
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