Abstract

Ante el creciente problema de la corrupción y las implicaciones morales, políticas, económicas y legales que plantea el estado de cosas actual en el mundo moderno y nuestro país, se plantea la siguiente cuestión: ¿cuál es la causa y las alternativas de solución a este problema tan extendido? ¿es posible desarraigarlo? ¿es posbile legislar los efectos positivo-destructivos de la codicia? Se proponen aquí dos hipotesis tentativas. La primera de ellas sostiene que la causa de la corrupción es la codicia; por tanto, se trata de un fenómeno estructural, es decir, cultural. La corrupción no es un problema que pertenezca a un clase, sino que atraviesa todas las capas sociales que se comportan a través de un modelo ideal i.e., el homo oeconomicus. La segunda sostiene que es posible legislar para contrarrestar la corrupción institucional con lo que denomino el ‘segundo desencantamiento del mundo’ –en el sentido de Weber– a partir de la intervención del Legislador Prudente y un modelo ideal alternaivo. De ambos planteamientos sobre los efectos de la codicia y los modelos ideales se derivan las reformas del Estado que permitirán por un lado, la acumulación de capital y, por el otro, la distribución de la riqueza social. El legislador tiene frente así una tarea ardua harto difícil: la de legislar a favor o en contra del capital.

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