Abstract
Las nuevas delegaciones provinciales de trabajo establecidas por la Ley de delegaciones iniciaron su andadura el abril de 1933, durante los últimos meses de mandato de Largo Caballero en un contexto especialmente conflictivo. Toda la actuación de los delegados y del ministerio sufrió una fuerte oposición por parte de la patronal. La llegada al ministerio de Trabajo de los radicales y los cedistas supuso un cambio de orientación en su política social, pero las delegaciones se mantuvieron como instrumentos básicos para aplicarla, a pesar de que ciertos sectores de la patronal pidieron su supresión y fue decreciendo sustancialmente en sus efectivos y capacidades especialmente en la etapa del ministro Salmón. Todos los partidos aprovecharon las posibilidades de control político que había dejado la ley para ocupar las delegaciones con interinos, en contra del propósito de la Ley
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