Abstract

Desde la última alternancia presidencial prevalece una narrativa dual de la política entre las élites mexicanas, que rompe con la retórica consensual legada por el Antiguo Régimen posrevolucionario. Sin embargo, el relato de una Nación dividida en dos polos opuestos oculta una pluralidad creciente, resultado de la descomposición añeja del sistema político. El tsunami electoral de 2018 fue el producto de la erosión de las identidades tradicionales, de la fragmentación y del colapso del sistema de partidos que encauzó la política durante tres décadas. El análisis de los comicios realizados desde entonces permite ponderar sus efectos: ¿Qué cambió y qué permanece del tripartidismo transicional? ¿Cómo se transformaron las bases socioterritoriales de los partidos, y cómo creció Morena desde 2015? ¿Cuánto ha permeado en el electorado la polarización afectiva e ideológica que enfrenta a las élites? ¿Cuán polarizado, o cuán fragmentado, está el voto en términos geográficos y sociodemográficos? Este artículo aborda estas preguntas con un enfoque espacial y cartográfico, mediante mapas sintéticos que captan la reconfiguración geográfica del sistema de partidos mexicano en la escala de los 300 distritos legislativos federales.

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