Abstract

El hambre en el mundo sigue siendo un problema grave. En 2010 el número de personas desnutridas, según el informe de la FAO, alcanzó la cifra de 925 millones. En este artículo quiero presentar, primero, la necesidad de cambiar el sistema mundial dominante de alimentación, basado en la agricultura intensiva, semillas de alto rendimiento, y uso de fertilizantes. Después de 50 años de implantación ha fracasado social y ambientalmente. Los mercados globales han creado mayores desigualdades y una pobreza más profunda. Por ello, la sostenibilidad es un objetivo humanitario fundamental y un asunto de justicia. Segundo, sostengo que la agricultura ecológica es un sistema que favorece a la gente, practicado por comunidades locales en África y en otros continentes. Voy a presentar algunos ejemplos del Informe del Worldwatch Institute, State of the World 2011. En tercer lugar, voy a relacionar el sistema agrícola industrial con el calentamiento global. La agricultura intensiva es dependiente del petróleo en su producción, extracción, transporte y uso de energía. Podría ser un sector renovable si el sistema de producción alimentaria cambiase a pequeña escala, y para beneficio principal de las poblaciones locales y regionales. La reducción de emisiones sería visible. Otro ámbito de atención, es la agricultura urbana, donde la población de las ciudades podría estar bien nutrida mediante la aplicación de los principios ecológicos.

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