Abstract
El presente artículo, a caballo entre la etnohistoria y la crítica literaria, pretende explicitar la psicología metafísica de la Atenas clásica a través de una de sus manifestaciones más emblemáticas: la tragedia. Para ello será necesario desentrañar la relación de este género literario con el dios que lo preside (Dioniso), y la relación de dicho dios con los acontecimientos y mutaciones políticas de la época.
Highlights
This article tries to explain the metaphysical psychology of the classical age of Athens through one of its most emblematic literary genres : tragedy
This requires to say the relationship between tragedy itself with the God who presides it (Dionysus), and the relationship between this god with the cultural and political situation of the time
Partiendo del hecho de que nuestro propósito es tan humilde que no hemos pretendido descubrir nada oculto ni postular ninguna teoría novedosa, lo mejor que podemos hacer es acabar con unas palabras de la obra de Vernant, de la cual este texto no es sino una apostilla más o menos extensa: Si, como nosotros creemos, uno de los principales rasgos de Dioniso consiste en desdibujar constantemente las fronteras entre lo ilusorio y lo real, en suscitar repentinamente el más allá en este mundo, está claro que el rostro del dios nos sonríe, enigmático y ambiguo, en este juego de ilusión teatral que la tragedia instaura, por primera vez, en el escenario griego
Summary
Cuando se piensa en los orígenes más antiguos de la crítica literaria es habitual posar la mirada en escritos tan sobrios y analíticos como la Poética de Aristóteles aunque haya otros que, ajenos a ese talante, contienen en su seno valiosa información para quien se dedique a aquellos menesteres. Este es el caso de Las Ranas, una comedia del poeta Aristófanes que fue representada en la Atenas del año 405 a. Este texto de Aristóteles nos interesa en el mismo sentido en que nos interesa aquel otro de Aristófanes: por su capacidad para mostrar el papel que la poesía jugaba en la antigua Grecia y, más en particular, por su capacidad para desvelar la idiosincrasia de la tragedia, que es lo que constituye nuestro verdadero objeto de estudio. Dicho enfrentamiento deja entrever aquellas funciones sociales que pueden ser atribuidas a la propia tragedia (tal como dice el coro):. Como dice Jean-Pierre Vernant a propósito de la épica: “Para los oyentes no se trata de un simple entretenimiento personal, de un lujo reservado a una élite instruida, sino una verdadera institución que hace las veces de memoria social, de un instrumento de conservación y comunicación del saber cuyo papel es decisivo” (Vernant: 2001, 17). A diferencia de ella, hay que decir que la tragedia ha de ser entendida como una auténtica invención: la épica tiene unas constricciones características, las cuales son en realidad reglas memotécnicas propias de una cultura oral, sin embargo la tragedia nace ya como obra escrita destinada a modificar el horizonte de la cultura griega en tres aspectos: el de las instituciones sociales, el de las formas literarias y el de la experiencia humana
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