Abstract

Este artículo se propone analizar la propuesta cultural de los Círculos Católicos de Obreros, creados a fines del siglo XIX en la Argentina por el sacerdote redentorista de origen alemán Federico Grote. Si bien su propósito inicial se fundaba en lo político y lo social, los Círculos también incursionaron en el orden cultural, al igual que las formaciones socialistas y anarquistas desarrolladas durante los mismos años. Para ello, se eligió una estructura que retomaba el mutualismo de las asociaciones étnicas y la acción social y cultural de las parroquias. La finalidad de los Círculos era brindar al obrero y a su familia una asistencia que abarcaba desde la salud y la educación hasta el entretenimiento, siempre dentro del marco de los lineamientos morales implementados por el catolicismo. Entre las actividades educativas y recreativas, el arte y el deporte tuvieron roles centrales. Aunque la primera sede de los Círculos estuvo ubicada en Buenos Aires, la presencia de esta formación de índole política y cultural se multiplicó rápidamente por todo el país.

Highlights

  • En los últimos años del siglo XIX surgió en la Argentina una entidad de índole político-cultural fundada por la Iglesia católica como respuesta a la encíclica Rerum Novarum, con el fin de incidir en la “cuestión social” (Suriano, 2000), constituyéndose a la vez en una medida que pretendía contrarrestar el avance de las agrupaciones políticas de izquierda en la conformación del movimiento obrero

  • This article analyzes the cultural proposal of the Catholic Workers' Circles

  • which were created in the late 19th century in Argentina

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Summary

Estructura de los CCO

Los CCO seguían el modelo de las formaciones homónimas creadas en Francia por el conde de Mun, en la década de 1870. Estos eran: la aplicación del socorro mutuo en casos de enfermedad; fundación de escuelas primaria para niños (hijos de socios) y clases nocturnas para adultos; creación de agencias de trabajo; actividades de recreación honesta, en particular, actos festivos en los locales propios; conferencias sobre temas morales y religiosos; formación de bandas musicales; creación de cajas de ahorro; celebración de congresos obreros, entre otros (Auza, 1987; Sánchez Gamarra, 1997). Este carácter mutualista habilitó una convocatoria más amplia dentro del mundo del trabajo, tal como lo describe la investigadora Jessica Blanco: La categoría de socio mutualista se creó como respuesta al pedido de algunos dirigentes sindicales de que los afiliados a sus sindicatos pudieran asociarse solamente a la mutualidad del Círculo para contar con esos beneficios. Cabe señalar que se trataba de prácticas deportivas que se situaban en un mundo masculino

Actividades en el espacio público
La experiencia bonaerense
Algunas consideraciones finales
Referencias bibliográficas
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