Abstract
San Francisco de Borja, IV duque de Gandía, renunció en 1550 a sus bienes terrenales y marchó a Roma entregado a la causa de la Compañía de Jesús. Para conmemorar el acontecimiento, dejó instituida y dotada en Gandía, su ciudad natal, la celebración anual de un drama lírico-litúrgico en dos jornadas que escenifica el entierro (Viernes Santo) y la Resurrección (Domingo de Pascua) de Cristo, con base en un privilegio pontificio preexistente. Hacia 1865 el arzobispo de Valencia suprimió la representación al no mostrársele el breve que la autorizaba y cuando en 1996 los gandienses trataron de reponerla, ya era completamente desconocida en la ciudad la función del Viernes Santo, así como gran parte de las acotaciones escénicas, el texto y la música de la del Domingo de Resurrección. A partir de aquellos pobres, incompletos y defectuosos restos, inicié una investigación que, con el hallazgo de olvidados documentos, me ha permitido la reconstrucción íntegra y fidedigna de la obra.
Highlights
In 1550, San Francisco de Borja, IV Duke of Gandía, renounced all his worldly goods and went off to Rome to join the Company of Jesus
El problema suscitado debió partir de la profundidad que en la versión de "alto" alcanza la última nota {re^ en comparación con el resto de la melodía si ha de cantarla un infantillo, lo cual debió hacer que en la interpretación de Guzman y Pedrell se adaptara para la voz de barítono o bajo, comenzando por el la^
Pedrell en una cuartilla añadida a la partitura, señala: "El coro Alleluia a 7 voces estaba incompleto en la colegial de Gandía, donde sólo existen las cuatro partes en papeles sueltos del segundo coro
Summary
Los arrebatos místicos del hasta entonces cortesano y marqués de Llombay don Francisco se venían manifestando con evidencia, y cada vez con más frecuencia e intensidad, a partir del óbito de la bella emperatriz doña Isabel, acaecido el 1° de mayo de 1539 en Toledo, cuyo cadáver tuvo que trasladar a la capilla real de la catedral de Granada siguiendo instrucciones del Emperador y hubo de reconocer, ya horriblemente descompuesto, el 17 de aquel mismo mes y año. Atrás quedaría su huella impresa en la remodelación de edificios y murallas, la construcción del Monasterio de Llombay y, sobre todo, la apertura en 1545 del Colegio gandiense de san Sebastián que pronto mutaría en Universidad regido por los jesuítas.^. Entre los asuntos que procuró dejar atados en sus dominios poco antes de partir, merece especial mención, para nuestro propósito, su reunión con el cabildo de la colegiata de Gandía para establecer una serie de fundaciones, según atestigua el acta capitular del día 4 de agosto de 1550, copiada primero y traducida después al castellano por el padre Mariano Baixauli:
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