Abstract

La educación en el dibujo y la pintura se había convertido en el siglo XVIII en una parte importante de la formación de las elites europeas. Tras un largo proceso de desarrollo cultural, que en la Monarquía Hispánica presenta un nivel parangonable al de sus homólogos europeos, la llegada de los Borbones dio un impulso significativo a la educación artístico-visual de los distintos miembros de la familia real. Esta tendencia tiene su punto culminante en la familia de Carlos iv, cuando se incluyó el aprendizaje y práctica de las artes de forma definitiva en el programa educativo de la casa real, afectando al propio Carlos, a sus hermanos y hermanas, así como a sus descendientes. Todos ellos recibieron clases al menos de dibujo y, en muchos casos, esa educación artística llegó a convertirse en afición reseñable.

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