Abstract
El propósito de este artículo es mostrar cómo ciertos usos de términos del teatro para describir procedimientos o conceptos filosóficos revelan dos tipos diferentes de relaciones entre el discurso filosófico y las prácticas artísticas: por un lado, el uso consciente, y por lo general metafórico, que hacen algunos filósofos del vocabulario de las prácticas escénicas para describir sus propias operaciones; por el otro, la manera en que las determinaciones técnicas e históricas de esas prácticas, incluso sin ser movilizadas por los autores con ese propósito explícito, permiten interpretar de forma distinta una construcción conceptual. Para cumplir ese objetivo se analizarán algunos momentos significativos de la filosofía francesa contemporánea –en donde abundan expresiones como escena o dramaturgia– y de la genealogía de ese interés filosófico, así como ciertas descripciones de las prácticas y de la teoría del teatro clásico francés.
Highlights
Aunque la relación entre la práctica del teatro y la filosofía es un dato primitivo y problemático de buena parte de la cultura occidental –es decir, un vínculo que está presente desde el mundo griego clásico hasta nuestros días y que se manifiesta en casi todas las áreas culturales en las cuales se dan simultáneamente ambos fenómenos, un momento particularmente intenso de este lazo tuvo lugar en el ámbito francés, durante la segunda mitad del siglo XX
Tal y como se actuaba en su tiempo y tal y como lo recibían de una tradición nacional de más de trescientos años, era, antes que nada, una exploración práctica de los límites de la experiencia humana y de su posible representación
En la cuarta parte estudiaremos brevemente un caso particular: el uso del término escena como categoría para describir el método filosófico de Jacques Rancière y analizaremos hasta qué franceses más activos en este campo: el Laboratoire des Arts et Philosophies de la Scène (LAPS)
Summary
El teatro no fue solamente un objeto de reflexión teórica, un asunto más de los que ocupan a la estética como disciplina regional de la filosofía. El dispositivo dramático, tal y como se practicaba en la segunda mitad del siglo XX, presentaba dos características, que, a nuestro juicio, explican la rara intensidad con la que estos filósofos y filósofas franceses se dedicaron a la tarea de pensarlo: por un lado, su disponibilidad inmediata; por el otro, el espacio de experimentación que ofrecía, en donde parecía posible aclarar analógicamente el funcionamiento de algunos de los conceptos centrales del discurso filosófico. Además, por qué la proximidad entre los problemas formales del teatro y los procedimientos filosóficos produce esa sensación de que lo que está en juego en ese vínculo no es solamente el presente de la forma artística, sino también el porvenir de la tarea conceptual
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