Abstract

No genera mucha polémica sostener que la crisis económica del 2008 puede entenderse como un fracaso de los estados de bienestar europeos. Tanto el incremento de las desigualdades económicas parcialmente motivadas por esta crisis global, como el aumento de los flujos migratorios, han contribuido a crear un caldo de cultivo para el auge de los discursos de odio racial, religioso e ideológico en occidente. Sin embargo, haciendo la comparación con periodos históricos previos en los que surgieron tensiones equiparables, la ciudadanía de hoy en día puede canalizar sus intereses, necesidades, emociones, pensamientos e ideales políticos a través de las instituciones que conforman la estructura básica del estado. Así, la ciudadanía puede empoderarse canalizando sus reivindicaciones a través de mecanismos democráticos y distintas formas de participación política. Como ejemplo, una articulación relevante han sido las nuevas expresiones de populismo radical, nativismo e ideologías de extrema derecha que han surgido en varios niveles de la esfera pública y en distintas sociedades europeas. Esta combinación ha hecho que lo que era en un principio una crisis económica y de refugiados se haya convertido en una crisis que es sobre todo política.Publicación en línea: 31 octubre 2018

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