Abstract
Tras la etapa de esplendor que vivió la capilla musical de la Colegiata de Santa María la Mayor de Talavera de la Reina durante el siglo XVIII, asistimos por el contrario a una fase de decadencia, que se enmarca en la crisis que experimenta la música religiosa española durante el siglo XIX. Los efectos de la Guerra de la Independencia, las sucesivas desamortizaciones y la aplicación del Concordato (1851) significaron una disminución del papel de las capillas musicales eclesiásticas en la España de aquella época e incluso algunas de ellas acabaron siendo suprimidas, como es el caso de la capilla talaverana.
Highlights
Las sucesivas desamortizaciones propiciadas por distintos gobiernos de corte liberal, que afectaron negativamente la vida musical de las capillas musicales en la España de la primera mitad del siglo XIX, así como la firma del Concordato entre la Santa Sede y el gobierno de Isabel II supusieron ahondar la crisis de la música religiosa española, cuyos primeros síntomas se venían gestando ya desde finales del siglo anterior
After the splendor of the music chapel at Santa Maria la Mayor Collegiate Church in Talavera de la Reina during the 18th century, it can be perceived a phase of decadence, which is part of the crisis experienced by Spanish sacred music during 19th century
The Independence War, the successive confiscations and the application of the Concordato (1851) resulted in the diminution of the role of ecclesiastical music chapels in 19th century Spain: even some of them were deleted, as it is the case of the Talavera music chapel
Summary
Las sucesivas desamortizaciones propiciadas por distintos gobiernos de corte liberal, que afectaron negativamente la vida musical de las capillas musicales en la España de la primera mitad del siglo XIX, así como la firma del Concordato entre la Santa Sede y el gobierno de Isabel II supusieron ahondar la crisis de la música religiosa española, cuyos primeros síntomas se venían gestando ya desde finales. El siglo XV señala una época de verdadera eclosión para la Colegiata, que vio ampliado su edificio merced a nuevas e importantes donaciones y al favor que le prestaron los prelados de Toledo: así por ejemplo, un Arcediano de la Colegial cedió al Cabildo las dehesas de Pelabanegas o Pedro Venegas y del Quejigoso. La fisonomía de Talavera y su colegiata fue modificándose desde comienzos de la era moderna: así por ejemplo, en 1576 se afirma que “de cincuenta años a esta parte es más sana a causa de los edificios que se han hecho, y vivir en altos y no en bajos como solían, y por estar las calles bien aderezadas y empedradas”, lo cual reducía los efectos de la humedad que emanaba de un Tajo caudaloso “y de recia corriente” que “bate en los muros” de la ciudad. Dicha transformación puede vislumbrarse en la vista de Talavera que nos ha legado Anton van Wyngaerde en el marco del encargo de Felipe II para que este paisajista holandés dibujara pueblos y ciudades españoles a partir de 1561
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