Abstract

Las novelas del siglo XIX español presentan personajes femeninos atrapados por una demanda de honradez extrema, imposible de cumplir si se trata de una mujer bella. La belleza se entendía como lo opuesto de la virtud y a la virtud se le relacionaba con la obediencia y sumisión al hombre. En el presente artículo, que analiza los personajes femeninos de Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, y de La desheredada, de Benito Pérez Galdós, se busca hacer evidentes los mecanismos bajo los cuales la mujer es un objeto de deseo del hombre. Asimismo, se quiere mostrar cómo los demoledores prejuicios bajo los que la mirada masculina la concibe, castran y matan, literal y simbólicamente, sus posibilidades de estar y sobrevivir en la sociedad. Se hará visible cómo, en estos discursos, la única mujer verdaderamente aceptable es la mujer muerta.

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