Abstract
A lo largo del primer tercio del siglo XX, Madrid, Barcelona, y en menor medida el resto de capitales de provincia españolas, comenzaron a experimentar una creciente congestión en sus vías públicas. El aumento exponencial del número de vehículos –particularmente de vehículos automóviles–, el incremento del tráfico peatonal –derivado del crecimiento demográfico–, y la existencia de trazados urbanos incapaces de absorber las nuevas corrientes circulatorias, tuvieron como consecuencia la aparición de lo que en la época se denominó ‘el problema de la circulación’. Las autoridades locales lo afrontaron adoptando distintas medidas con las que se inauguró la gestión del tráfico urbano en España, asunto que ha sido escasamente atendido hasta la fecha por la historiografía urbana centrada en este periodo. Este artículo analiza esas primeras medidas, comparándolas con las que por esos mismos años implementaron otras grandes ciudades y capitales occidentales. Se exponen igualmente los primeros intentos para unificar todos los aspectos referentes al tráfico en el territorio nacional, sustanciados en la celebración, en 1933, del I Congreso Municipal de la Circulación.
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