Abstract

Las personas ejecutamos actividades con sentidos que son correspondientes a prácticas con que los sistemas sociales adjudican significados a objetos y cosas que caracterizan al espacio urbano. Tales sistemas, integrados por esos usuarios-actores, son los que mayor determinación tienen sobre la afordancia urbana que estimula los comportamientos humanos. El presente artículo explora esa relación contingente a partir de revisión documental y observación de la plaza Ignacio Díaz en Guadalajara, México. Allí tienen presencia preponderante tres sistemas sociales: clero parroquial, ayuntamiento y asociación de artistas y comerciantes. Cada uno adjudica significados a objetos y cosas del espacio público a medida que opera y prosigue sus prácticas, así delimitan la afordancia variopinta de la plaza para permitir ciertos comportamientos de los usuarios. Esta es la hipótesis conclusiva. Entender esa contexturización de la afordancia sirve en el diseño de espacios urbanos.

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