Abstract

Durante las últimas décadas del siglo XVIII, las pieles de nutria procedentes de la costa noroccidental de América se convirtieron en un producto muy demandado en el puerto chino de Cantón y generaron una intensa competencia entre las potencias europeas. A los rusos se unieron más tarde los ingleses, los franceses y los norteamericanos. La monarquía española, consciente de las ventajas que podría tener este ramo, también participó en el intercambio con diversos experimentos mercantiles. En este trabajo se analiza el proyecto comercial que Alejandro Malaspina propuso para vender pieles de nutria en China, examinando el papel central que tuvo la información en la especulación de este producto y estudiando la constante circulación de noticias que condicionó el proyecto de Malaspina.

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