Abstract

<p>El nombre de Antonio Flórez nos llega hoy con pertinente valor. En las dos vertientes de su quehacer como arquitecto, las construcciones escolares y la intervención en notables conjuntos patrimoniales, el dibujo desempeñó un destacado papel, cuyo alcance abordamos en este escrito.</p><p>Al interés de sus dibujos profesionales, coherentes con la idea de arquitectura que proponía, hay que añadir el valor plástico de su acción gráfica. Si en Flórez encontramos siempre el <em>dibujar del arquitecto</em> —pensamiento y acción—, se da también en él el hacer del artista (figura a la que siempre se sintió próximo y cuya formación entendía arraigada con la del arquitecto).</p><p>Aun dentro de su singularidad y de su habilidad en el dibujo y la acuarela, Flórez es claro testimonio de lo que la práctica del dibujo representó en los arquitectos formados en la Escuela de Madrid en las primeras décadas del siglo XX.</p>

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