Abstract

He aquí un falso dilema: o los juicios morales se han de equiparar con enunciados de hecho (descriptivismo), o el pensamiento moral no es de índole racional (emotivismo). Los dos únicos tipos posibles de descriptivismo, el naturalismo y el intuicionismo, se reducen al relativismo: el primero porque liga la corrección de los juicios morales a la conformidad con las reglas del lenguaje relativas a la cultura, y el segundo porque los liga con los hábitos de pensamiento y pautas de reacción producidas por la educación que, de igual forma, son relativas a la cultura. La solución del dilema estriba en buscar una forma racionalista de no descriptivismo, es decir una manera de que tenga lugar el razonamiento moral aun cuando los juicios morales no sean fácticos. Atender a las propiedades lógicas de los juicios morales, la prescriptividad y la universalizabilidad, lleva a una perspectiva kantiana en cuanto a la forma y utilitaria por lo que hace al contenido. Se salvan las objeciones comunes al utilitarismo separando el pensamiento moral en dos niveles: el intuitivo y el crítico, del cual procede el primero, según afirman los intuicionistas, pero el segundo puede usarse para justificar nuestras intuiciones y para resolver los conflictos entre ellas. En el Apéndice se comenta el artículo del profesor Putnam incluido en este mismo número de Crítica.

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