Abstract
La fachada sur del Santo Sepulcro estuvo decorada hasta 1929 con dos dinteles con relieves, los cuales, muy distintos en su iconografía, se exhiben desde entonces en el Rockefeller Museum. Mientras que el arquitrabe occidental –de temática cristológica–, representa la narración de los últimos días de Jesús en Jerusalén –aunque con una alteración de la secuencia narrativa–, el arquitrabe Este, un scroll habitado de figuras, se adorna con una representación no narrativa, caracterizada con una serie de bestias, pájaros y figuras masculinas humanas desnudas, algunas de las cuales están señalando obscenamente a sus genitales. La desconcertante iconografía de este mundo salvaje incluye las reconocibles imágenes de un pájaro-sirena y un centauro. Si bien hasta ahora la historiografía ha pasado por alto la significación de dicho imaginario, no puede ser plausible que el lugar sagrado más importante de la Cristiandad y una gran iglesia de peregrinación hubiesen sido decorados sin intención. Este artículo pretende contextualizar el dintel Este dentro de los conceptos cruzados de historia y mitología, simbolismo bíblico, liturgia y patronazgo. Cabe recordar que el ingreso Este da acceso a la capilla funeraria de los reyes cruzados, ubicada bajo la capilla del Calvario. Un examen de este contexto funerario revela que las sirenas forman parte de tal esquema, al dotar dicho arquitrabe de una función apotropaica. Un remarcable capítulo de la crónica escrita por Fulcher de Chartres, en la que ilustra las curiosidades de las Tierras de los Sarracenos, se presenta como el mejor referente conceptual para la comprensión del dintel sin narración, el cual se inscribe plenamente en la tradición del Bestiario. De esta manera, dicho arquitrabe se convierte en un lugar liminar, donde convergen distintas capas polivalentes que están destinadas a mostrar la oposición de las fuerzas del Bien y del Mal. Dicho antagonismo se conforma al instalar un dintel historiado, de temática cristológica, hacia el Oeste, que encarna la visión litúrgica de la Nueva Jerusalén recientemente establecida por los francos, mientras que al Este se presenta una imagen de las sometidas bestias de los sarracenos, condenadas al infierno, que, por un parte, señalan la victoria latina y, por otra, son la promesa de una protección apotropaica para los difuntos. El patronazgo de la reina Melisenda, conjuntamente con el de la Iglesia Cruzada, son también objeto de análisis del presente trabajo.
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