Abstract

Con el fin de mejorar los síntomas climatéricos, desde 1960 se comenzó a administrar de 6 -7.5 mg diarios de estrógenos, con la consecuente hemorragia. Algunos legrados mostraron hiperplasia endometrial quística. Luego, se realizaron estudios del endometrio, previos al tratamiento de las candidatas. Durante 20 años fueron seleccionadas 2814 mujeres. Fueron separadas del estudio aquellas con patología cervical, endometrial o mamaria; se les administró estradiol sintético y/o estrógenos conjugados: 0,265-1,25 mg en forma interdiaria. A pesar de los estudios clínicos y epidemiológicos retrospectivos publicados, en favor de que el estrógeno exógeno de reemplazo estaría asociado al cáncer endometrial, en este estudio prospectivo y prolongado se demuestra que no hay relación alguna. Este riesgo ha sido señalado de manera exagerada, porque dichos estudios incluían los casos de hiperplasia endometrial atípica, dentro de los casos de portadoras de cáncer endometrial. Muchas formas de estas han sido criticadas por la manera en que fueron analizadas ya que, confundieron y mal interpretaron la histopatología. Las dosis pequeñas, para satisfacer las necesidades climatéricas, pueden ser un indicador de patología endometrial subclínica, desde los primeros meses de su administración. Los que se apoyan en la evidencia epidemiológica de riesgo, debieran incluir esta información en sus estudios analíticos.

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