Abstract

Recientemente, se ha sugerido que la partida económica de los Estados Unidos después de la Guerra Civil marcó una “segunda Gran Divergencia”. Comparado con la “primera” —el surgimiento de Gran Bretaña durante la Revolución industrial—, esta segunda Gran Divergencia es curiosamente poco entendida: debido a que los Estados Unidos siguen siendo la plantilla para las narrativas de modernización, su trayectoria es más fácilmente aceptada como preordenada que interrogada como un resultado histórico poco probable. Pero ¿por qué el desarrollo debería haber sido problemático en todas partes, excepto en los Estados Unidos? Este artículo argumenta que falta una explicación sólida para el ascenso de los Estados Unidos: no se puede encontrar en una literatura de historia económica centrada en las dotaciones de factores ni en la historiografía americanista internalista, que a menudo reproduce relatos de modernización sobredeterminados inspirados por Max Weber. La vía de investigación más prometedora, argumentamos, es preguntar cómo las instituciones políticas estadounidenses configuraron lo que debería llamarse adecuadamente un Estado de desarrollo estadunidense. Tal perspectiva abre una amplia agenda de investigación comparativa que provincializa a los Estados Unidos desde la perspectiva de las experiencias de desarrollo en otros lugares.

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