Abstract

En este artículo analizamos cómo las violencias sociales del crimen organizado se manifiestan en las escuelas mediante la reproducción de un orden patriarcal que se materializa a través de procesos de precarización escolar, de la conformación de modelos de masculinidad tensionadas y dialogantes, así como de prácticas cotidianas de jerarquización, división sexual del trabajo escolar y la sexualización del cuerpo femenino en las escuelas. Para ello, se realizó un estudio etnográfico donde colaboró el personal de seis escuelas de educación básica en Michoacán; se recurrió a la observación directa y participante, charlas informales, entrevistas grupales e individuales. Identificamos que el orden patriarcal que establece el crimen organizado en las regiones se entrama con las condiciones de desmantelamiento y precarización laboral del sector de educación básica, de modo que se disponen las circunstancias necesarias para la reproducción de este orden a través de distintas prácticas violentas al interior de las escuelas. Esto es facilitado por las alianzas, silencios, complicidades y el miedo de los trabajadores escolares varones, quienes se ven atraídos o sometidos por el modelo de masculinidad guerrerista que ha desplazado a la masculinidad magisterial. Concluimos que al interior de las escuelas en estos contextos se reproduce el dispositivo de género acorde a las condiciones de violencia y territorialidad relacionadas con el crimen organizado.

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