Abstract

Este artículo evalúa la invasión y la ocupación británicas de La Habana (1762-1763), como un acontecimiento en la historia de la diáspora africana y la esclavitud racial en el mundo atlántico. Las personas de ascendencia africana componían la mitad de la población de La Habana en ese momento, y desempeñaron una función central en los sucesos de la invasión y la ocupación. Este artículo hace uso de fuentes de archivos históricos de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Jamaica, Cuba y España para investigar cómo los hombres y mujeres de una diáspora africana interrelacionada respondieron a este conflicto imperial.

Highlights

  • La invasión y ocupación de La Habana por Gran Bretaña hacia el final de la Guerra de los Siete Años fue uno de los conflictos militares sostenidos de mayor dimensión en el Caribe entre las guerras de conquista españolas y la Revolución Haitiana

  • Las fuentes lo demuestran: las reacciones de la gente de ascendencia africana frente a la campaña británica por parte fueron tan variadas como lo eran sus historias personales y sus posiciones en la sociedad colonial

  • Sus respuestas también ilustran lo entrelazadas que habían quedado las poblaciones afrodescendientes de Cuba y de Jamaica, a raíz del comercio esclavista antes del arribo de los buques de guerra británicos a las orillas cubanas

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Summary

El rol de la gente de ascendencia africana en el sitio

Hay límites a lo que podremos alguna vez saber acerca de lo que ocurre en el combate, particularmente cuando éste se da entre los que están ubicados en. Tanto libres como esclavizados, posiblemente hayan estado además particularmente indispuestos a rendirse pacíficamente, y con mayor inclinación que sus pares blancos por luchar hasta la muerte. En el recuento final ordenado por la Corona después de la pérdida de La Habana, declaró que fueron tantos los africanos esclavizados que llegaban a la ciudad durante los combates para prestar servicio a cambio de su libertad, que le era imposible «calcular» su número. El mismo dueño de ingenio, Don Carlos del Rey, declaró a principios de junio 1762 haber enviado a 25 de sus mejores esclavos, armados con machetes y también cargando azadas, para que los movilizaran para la defensa de las fortalezas de la Cabaña y de El Morro. Dado el hecho de que, en muchos casos, luchaban por su libertad además que en defensa del Rey, es posible que los negros esclavizados hayan estado particularmente dispuestos a correr riesgos. Esta apreciación está filtrada por la pantalla de las percepciones españolas hacia la gente de ascendencia africana; sin embargo, el comentario también sugiere la posible presencia de hombres con experiencia en la toma de cautivos en guerras africanas

La deserción
Los límites del dominio
Legados y conclusión
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