Abstract

<p class='p1'>Conminado por su deseo apetitivo de mirar unos cadáveres en descomposición, Leoncio no puede resistir y, encolerizado, cede a la tentación (República 439e–440a). El episodio pretende mostrar que la impulsividad y el apetito constituyen dos partes distintas del alma. La pregunta es: si no hay intervención de la racionalidad, ¿según qué parámetro el thymós considera que mirar los cadáveres es algo que no se debe hacer? Si, como creen algunos especialistas, el thymós actúa según un marco axiológico aportado por lo logistikón, entonces Leoncio sería un incontinente. En el presente artículo intentaremos mostrar, apelando a diversos pasajes de los libros VIII y IX de la República , que Leoncio no es un incontinente, sino que la parte impulsiva del alma no se opone al apetito según parámetros vinculados con la racionalidad, sino propios.</p>

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