Abstract

Este artículo discute varios modos de entender la racionalidad de la ciencia como racionalidad práctica. En primer lugar, rechaza los modelos instrumentalistas de la racionalidad científica, porque no pueden mostrar la independencia y la bondad de fines definidos para la ciencia, en relación con los cuales se establece la fuerza normativa de las razones. La errónea identificación de fines y valores es lo que provoca numerosas confusiones en este terreno. Se critica, en segundo lugar, un modelo de racionalidad práctica basado en el dominio de saberes tácitos y habilidades. Cualquiera de los modelos propuestos ha de acomodarse a tres restricciones sobre lo que puede ser una “buena razón” dentro de la ciencia y que conforman la identidad práctica y el rostro normativo de la ciencia: publicidad, fiabilidad y autoridad reflexiva.

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