Abstract
Las celebridades son capaces de movilizar un sinnúmero de personas por todo el mundo. En su discurso de aceptación del premio Oscar, Leonardo DiCaprio conminó a su público internacional a trabajar juntos para combatir el cambio climático. Otro ejemplo del activismo de las celebridades son las campañas de Daryl Hannah a favor de los biocombustibles, por una parte, y en contra del oleoducto Keystone xl, por otra. Este artículo analiza la legitimidad del poder de sendas celebridades en el ámbito de las Relaciones Internacionales a la luz de tres criterios, a saber: influencia política, amplia participación, control y rendición de cuentas. Aunque las demandas de las celebridades sigan siendo imprecisas y no prosperen en el Concierto de las Naciones, el poder de éstas puede legitimarse, sin duda, por medio de su influencia política.
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