Abstract

This article focuses on the analysis of El cerco oblicuo (1993), by Gonzalo Hidalgo Bayal. Through the study of the intertextual links that form the imaginery universe of this travel novel, we try to explain some of the thematic and stylistic key elements that are characteristic of the labryinthine and enigmatic construction of the author’s narrative.

Highlights

  • Through the study of the intertextual links that form the imaginery universe of this travel novel, we try to explain some of the thematic and stylistic key elements that are characteristic of the labryinthine and enigmatic construction of the author’s narrative

  • This article focuses on the analysis of El cerco oblicuo

  • En El cerco oblicuo, segunda novela según orden de publicación, el autor experimenta lúdicamente con la literatura desde la literatura y en la obra literaria sobre el cine, e imprime así un sello personalísimo a su narrativa desde sus inicios, pues revoluciona los mecanismos narrativos; encontramos en este recurso un paralelismo fuerte con su admirado Jean-Luc Godard y su renovación de los mecanismos gramaticales del lenguaje cinematográfico (Hidalgo, 2011: 13), con su tendencia a utilizar en un film frases literarias: «si me gusta, una frase de Dostoievsky

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Summary

LA EXPULSIÓN DEL PARAÍSO Y EL DESPRECIO CÓSMICO DE LA REALIDAD

El cerco oblicuo se sitúa en el eje de la narrativa bayaliana, una narrativa que se presenta surcada por la conciencia de que las puertas del paraíso están cerradas para el hombre y de que este se encuentra entre las redes enmarañadas del mundo, como subrayara Kleist (1970: 948). A medida que Severo Llotas desciende por los tres círculos del mundo eterno e invisible, por los vericuetos de su existencia, acompañado en su último tramo por Saúl Olúas, un Virgilio Bayaliano (autor, como el escritor extremeño, del libro Amad a la dama y, como él, amante de las leyendas muranienses), el narrador asume la idea de que la realidad ha sido «un espejismo, el sueño de una idea platónica» (147) y percibe la gravedad y hondura de una existencia, que transcurre en el devenir de un tiempo que «no ha hecho sino girar sin descanso, día y noche» (151) en torno a la trágica certidumbre de que la vida no es sino la peripecia de un insomnio, de una desazón, en un descenso que nunca tiene fin (173), hasta encontrarse con la amenaza de la nada. Los numerosos elementos bíblicos adoptados aparecen invertidos, desacralizados en su mayoría, pues hacen referencia a una realidad pagana, como el bautismo cotidiano, de inmersión en café con leche y en el olor a fritanga, que componen el desayuno matutino de Severo Llotas, antes de incorporarse al trabajo (8); o la referencia explícita al pasaje bíblico, que relata la curación que Jesús hace de la hemorroísa (Mc 5, 2), una mujer que, debido a la impureza legal que revestía su enfermedad, no podía acercarse a nadie y que busca, entre una muchedumbre que rodea a Cristo, abrirse paso para tocarle la orla de su vestido, mujer que en la novela no es otra que Gloria Fernández

LA NÁUSEA RACIONAL Y LA DISGREGACIÓN AFECTIVA DEL HÉROE
LA SOLITUD ONTOLÓGICA
JUEGOS ESPECULARES
UN REINO DE PARADOJAS Y ENIGMAS
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