Abstract

Este artículo reflexiona sobre la importancia de la experiencia del alumno en su proceso educativo, y se inspira en la antropología y la ética de Levinas. Parte del concepto del ser humano como ser histórico, vulnerable, situado en una circunstancia, y de la ética como una respuesta compasiva al otro en su situación de vulnerabilidad y necesidad. La pedagogía cognitiva, al prescindir de la experiencia, se ha visto obligada a utilizar el juicio moral como estrategia adecuada y única para promover y facilitar la conducta moral, según la ética kantiana. Una concepción del hombre sesgada, mutilada no puede dar cuenta de cómo responde a la demanda del otro en su situación concreta. La educación se concibe como acompañamiento, acogida y respuesta compasiva al otro, como un nuevo nacimiento y el comienzo de algo nuevo. Se propone “otro modo” de educar que tenga a la experiencia como núcleo de la acción educativa. Este modelo de educación se traduce en: a) abandono de la filosofía idealista; b) compromiso político y social; c) presencia de la experiencia en el proceso educativo; d) presencia de la ética compasiva como su eje vertebrador; e) un nuevo discurso y un nuevo lenguaje; f) el testimonio del profesor como referente de la experiencia de los valores éticos; y g) la narración como instrumento privilegiado para la acción educativa. Se reivindica otra fuente de pensamiento que dé cuenta del ser humano en su totalidad: ser dotado de razón y también de sentimientos, superando, de este modo, la concepción dualista de la filosofía cartesiana.

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