Abstract


 
 
 El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud decretó oficialmente el inicio de la pandemia de COVID-19. Las medidas adoptadas por el presidente Donald Trump crearon una oportunidad política para grupos nativistas que alentaron la idea de que los migrantes propagaban la enfermedad. Esta reacción se inscribía en una larga tradición histórica que asocia algunas epidemias con ciertos migrantes. Los inmigrantes indocumentados fueron acusados de propagar el COVID-19. Dado que la frontera sur había sido la mayor preocupación de los grupos antiinmigrantes, las circunstancias les permitieron reforzar su discurso contra la migración procedente de México, ya fuese como punto de origen o de tránsito. En 2022, la mitigación de la pandemia provocó la desaparición de este discurso que vinculó problemas de salud pública con inmigración indocumentada.
 
 

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