Abstract

El proceso de construcción de la Constitución Política de 1991 reflejó una compleja situación conformada por fenómenos sociales como el narcotráfico, persecución política y un uso excesivo del “Estado de sitio” que permitió darle un aire de legitimidad a las distintas fuerzas armadas: a las del Estado, a las subversivas y a las del paraestado, quienes a su vez, conllevaban a una constante vulneración de los derechos humanos de los asociados y a un total desconocimiento del concepto de Dignidad Humana, fundamento de un Estado moderno y democrático. Lo anterior condujo a que distintos movimientos sociales, principalmente el conformado por los estudiantes universitarios, convocaran al pueblo como Poder Constituyente para la creación de una nueva Carta Magna, anhelo que se vio concretado en la promulgación de la Constitución Política de 1991, la cual reconoce como sustento del Estado Social de Derecho el reconocimiento de la Dignidad Humana; fundamento sobre el cual recae todo el funcionamiento de las autoridades públicas instituidas para garantizar los derechos fundamentales de los miembros del Estado.

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