Abstract

En 1985 tuvo lugar Les Immatériaux, una exposición comisariada por el filósofo Jean-François Lyotard y el teórico de nuevos medios Thierry Chaput. Aunque en su momento fue considerada un fracaso, el proyecto ha ganado un estatus de culto con el paso de los años, siendo reconocida por su capacidad para prefigurar muchos de los desafíos propios del siglo XXI. La hipótesis de este artículo es que esa capacidad anticipatoria no se debió exclusivamente a las ideas y a los conceptos aportados por Lyotard, sino a la capacidad autónoma que la exposición tuvo para producir pensamiento a partir de las interacciones que en ella se dieron. Para ejemplificar esta perspectiva se tomará como ejemplo una sección de la exposición, «Irreprésentable», en la que la instalación de un pequeño bosque de veinte metros permite repensar algunos de los debates clave de la teoría del arte y la filosofía contemporáneas, como la cuestión de lo representable y lo irrepresentable o el binarismo naturaleza-cultura.

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