Abstract

A través de la presentación de ciertos objetos que aparecen en inventarios romanos de los siglos XVI y XVII y las trayectorias de ciertos mercaderes portugueses presentes en la ciudad en el mismo periodo, el artículo considera a estos como intermediarios culturales.  Por medio de sus vínculos presuntos o reales con el mundo ibérico y sus extensos territorios y sus lazos con la burocracia de la Iglesia Católica o vínculos con el mundo de la Curia romana, estos individuos habrían sido los agentes naturales para hacer llegar objetos de una supuesta procedencia oriental llegar a la ciudad.  El artículo también considera cuán problemática y ambigua es la designación de oriente y cómo sus múltiples significados en la época deben ser tomados en consideración a a la hora de atribuirla a los objetos.

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