Abstract

Señor Editor. En 1504, cuando apenas frisaba los 30 años de edad, Miguel Ángel Michelangelo Buonarotti presentaba en sociedad la obra de arte cumbre de todos los tiempos y hoy patrimonio de la humanidad, El David, esculpida en mármol, de 4,1 metros de altura, bellísima por todos los lados, actualmente expuesta en la Galleria dell’ Accademia de Florencia. El artista recibía elogios de reyes, príncipes y entendidos, ¡solo le falta hablar! le decían. Pero, con mucha humildad respondió diciendo que la mejor de sus obras no se compara en nada a una mujer dando a luz, que es una verdadera obra de arte viviente, única y extraordinaria en todos los tiempos. Y así este polifacético artista mostró su respeto y admiración por ese momento cumbre de la vida, lleno de misterios y esoterismo, lleno de miedos y supersticiones, lleno de leyendas y metáforas.

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